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Individualismo y comunitarismo como problema teórico y social

Por: Rossel Montes

Tegucigalpa, Honduras (Reporteros de Investigación)

El debate contemporáneo entre individualismo y comunitarismo se ha intensificado desde la irrupción de las ciencias humanas, han sido las ciencias humanas, las que han exacerbado y problematizado las discusiones desde el surgimiento de estas en el siglo XIX. Desde antes, la filosofía había  enfatizado en el carácter social del individuo, sobre todo con Aristóteles, al argumentar que el hombre es un ser social de forma radical, con esto el genio del mundo antiguo anunciaba una ontología del ser social; para la filosofía, la existencia y la organización social del individuo siempre fue algo  importante, sobre todo para la filosofía posterior a Sócrates. El pensamiento de Aristóteles sigue vigente ya que muchos autores siguen haciendo hincapié en la obras de este “Ética Nicómaco” donde el fundador de la lógica, la teología y la metafísica enfatiza en los valores de la comunidad, al mismo tiempo haciendo énfasis en los valores del individuo como una entidad que pertenece a una totalidad.

La tradición cristiana y el cristianismo primitivo( Paleocristianismo), hizo sus aportes con sus esfuerzos comunitaritas, como se sabe, el cristianismo primigenio heredó la tradición comunitaria de las antiguas organizaciones tribales del mundo hebreo, las primeras comunidades cristianas inmediatas a la muerte de Jesús, practicaron un comunitarismo férreo, una forma de vida asceta y austera, que se podría tildar de utópica, donde todos compartían sus pertenencias y su vida comunal de coexistir y no existía la propiedad privada. El cristianismo ulterior digamos que fue la negación del cristianismo primigenio, la penetración de este en Roma, inició la burocratización y el elitismo de unas de las más grandes religiones del mundo occidental.  El cristianismo ha influido la moralidad y a ética de forma abrumadora, y al mismo tiempo las religiones compendian en su seño dogmático lo mejor de los valores de una época determinada, sobre este tema recomiendo leer “El Dogma de Cristo” de Erich Fromm y “Seréis como dioses.”

Del mundo antiguo pasamos al mundo moderno, donde hay una irrupción de la subjetividad, la emergencia del capitalismo, las nuevas fuerzas productivas necesitaban una nueva formación económica y social, el Renacimiento era una vuelta a los viejos postulados del mundo Greco-latino, el hombre vuelve a ser el centro del mundo, de todo. Con las revoluciones burguesas, la Ilustración sobre todo con Rousseau, para Rousseau el ciudadano solamente podría llegar a alcanzar una democracia plena cuando este superara el Estado de naturaleza, el mismo que argumentaba T. Hobbes.

El siglo XIX que heredó la tradición racionalista y el positivismo tomó otras aristas,  alcanzando la ciencia experimental, otros niveles hasta ese momento desconocidos. El debate entre socialistas y liberales se acentúa, los socialistas utópicos saldrán al paso al argumentar y denunciar  los excesos del capitalismo voraz, el acrecentado individualismo decimonónico, el socialismo del siglo XIX lo sometió a una cruel critica, «el socialismo romántico» como les diría Marx, hizo hincapié en cuestiones morales, y no tanto teóricas como si lo hizo Marx con sus postulados de un materialismo histórico y “Socialismo científico”.  Marx argumentó que el modo de producción capitalista necesitaba de un individualismo exacerbado para poder funcionar, minimizando y  reduciendo  al individuo aun mero «homo economicus”, y un  “homo faber”, sobre todo el capitalismo y la nueva sociedad industrial había convertido la ciudadanía y la dignidad humana en un simple valor de cambio. El ser humano fue instrumentalizado, su capacidad productiva fue utilizada para la creación de una sociedad que cosificaba las relaciones humanas.

La sociología clásica con Marx, Durkheim y Weber siempre estará en ardua polémica sobre cuál era el lugar del individuo en el todo social, recordemos que la sociología y la ciencia social tiene como cometido epistemológico y ético revelar el funcionamiento de las sociedades y del hombre organizado en grandes comunidades, la nueva sociedades de masas debían ser explicadas. Para Durkheim los hechos sociales debían ser estudiados como “cosas en “Las reglas del método sociológico” un verdadero testamento de la sociología clásica, Durkheim argumenta que el individuo es parte de un entramado de relaciones intersubjetivas, en las cuales el individuo construye su imaginario, su ethos al calor de lo comunitario, y que uno prima sobre el otro, y esta relación será más fuerte en una época más que en otra.

Desde finales del siglo pasado sobre todo en Norteamérica el filósofo político John Rawls publica su magna obra “Teoría de la justicia”, una obra que pretende redirecionar los debates sobre el “bien común” y la justicia redistributiva en los lineamientos del liberalismo kantiano.  La réplica “libertaria» provino de otros pensadores norteamericanos como Robert Nozik, Michael Sandel,  Michael Walzer, Nancy Frasser, Charles Taylor y Richard Rorty. Rawls, al sacar de la ecuación el bien común para la construcción societal del individuo, asevera que la justicia solamente es válida si el individuo goza de plena libertades, pero si este individuo se desarrolla en instituciones fuertes, cuestión con la que no está de acuerdo Nozik el cual era partidario de un individualismo posesivo y “libertario”, los libertarios al defender un liberalismo anti-estatista a ultranza se van al otro extremo de la ecuación social. El individuo lo es todo, no al Estado.

Es imperante mencionar  a los teóricos, filósofos y sociólogos que han contribuido a entender la nueva dinámica de nuestras sociedades “posmodernas”, como son: Alain Touraine, Norbert Elias, Zygmunt Bauman, Gilles Lipovetsky, M. Maffesoli, J. Habermas, Adela Cortina, Victoria Camps y Seyla Benhabib. Estos autores tienen en común en haber hecho estudios sobre la arremetida individualista que han hecho el liberalismo posesivo con el individualismo, sobre todo  con la actual tendencia de la sociedad consumista. El consumismo no como un fenómeno de sobrevivencia, sino el consumismo como un fin en sí mismo. El comunitarismo de estos autores, sobre todo el de Seyla Benhabib ataca al individualismo como uno de los defectos del liberalismo contemporáneo, sobre todo en su intención de crear un sujeto atomizado, fragmentado, anti-solidario y solamente preocupado por su existencia aislada. Un ser encerrado en sí mismo, incapaz de crear redes solidarias y de fortalecer la comunidad.

Para Seyla Benhabib el individuo logra su noción primigenia de Ser solamente si deviene en ser social, y dicha socialización del «Yo» la adquiere el individuo solamente con la actividad e interacción en comunidad, en ese sentido Benhabib piensa que el ser social de lo individual es lo comunitario, la radical existencia del individuo es sus relaciones sociales, algo similar había argumentado Marx un siglo atrás.  El ser se convierte en individuo solamente porque se convierte en “ser social” esta socialidad es adquirida porque el ser social es capaz de un habla he interacción al mismo tiempo que desarrolla una capacidad intelectiva de su entorno. En su libro “El ser y el otro en la ética contemporánea” Benhabib se opone rotundamente al individualismo exagerado del liberalismo neoliberal, desde las aportaciones del feminismo, el comunitarismo y el posmodernismo.

Para el liberalismo el individuo es un verdadero átomo, ¿Solamente somos átomos o más que eso? ¿En que reside la dignidad humana? ¿El individuo vale por ser o tener? El individuo para el liberalismo es un universo de átomos, una amalgama de intereses muy particulares, que usualmente tienen que ver con posesión y libertad, pero esta libertad suele ser siempre la privación de la libertad de otros. Para el comunitarismo es todo lo contrario, el individuo es más que un átomo, con una inserción en una dinámica histórica  y societal sin la cual no podría devenir en un individuo pleno. En ese sentido el pertenecer a una red intersubjetiva- le permite al individuo poder desarrollar lazos sociales y una moralidad, una noción de pertenencia y una idea de bien común que logrará mantener saludable a la sociedad o al grupo.

Para Victoria Camps el liberalismo actual es el culpable del todo el desastre, la ausencia de una noción de ciudadanía hace que nos sintamos mas como sujetos de derecho y menos de deberes donde el ethos individualista es que le debe moldear nuestra realidad social. La paradoja de la felicitad como argumenta Lipovetsky y la misma, Camps es que estamos inmersos en una sociedad hiperconsumista que vuelve a los sujetos cada vez más necesitados de las cosas, esa necesitad le crea al individuo la ilusión  de que es capaz de ser feliz y de alcanzar la plenitud, la totalidad de sus capacidades, esa ilusión de consumismo hace que el individuo centre su vida en cada vez consumir y en sus capacidades como individuo, y que pierda de vista sus lazos con la colectividad, ante las cuales no se siente parte, es mas no se siente ciudadano. Todo este hay que recalcar no es culpa del individuo en su totalidad, es parte de la sociedad de masas y sus promesas, se le promete al individuo poder alanzar la felicidad si este cada vez adquiere “cosas” se le promete que será libre y capaz de decidir sobre los asuntos del Estado, con la democracia representativa, pero al final del día vemos que esto no es cierto, y que la ilusión de poder no llega, sin embargo ahí está siempre.

El debate es muy intenso e interesante, el individualismo y el comunitarismo como problema teórico y social seguirá en la palestra pública por ser el reflejo de las formas que adquiere una época y sociedad determinada, dar un veredicto sobre qué es lo mejor para las sociedades no parece tan dificil tal vez para un liberal despreocupado por la existencia de el bien común, la solidaridad, la justicia. Lo que sí es evidente y en esto sigo a la filósofa Seyla Benhabib, que el individuo tiene una identidad comunal, su origen es bidimensional, es átomo inmerso en una colectividad, es la colectividad la que le da su cuerpo su forma de ser, su razón de ser, es en esa configuración de su identidad ontológica de su ser social que el individuo logra devenir en individuo. A mi parecer, una sociedad no logra mantener unos lazos fuertes con los cuales afrontar las crisis periódicas de toda sociedad sin un ethos colectivo, sin ese ethos comunitario que vaya mas allá de un individuo hedonista, enajenado, alienado, y consumista, una sociedad determinada tendrá dificultades para superar los conflictos socialmente.

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